Canciones
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Todas mis canciones nacen de versos que he escrito con el tiempo. Son trozos de alma convertidos en melodía: cantos al amor, al desamor y a la ilusión. Les he dado música y voz, intentando honrar su esencia. Ojalá lo haya logrado.

Miro su sombra al pasar
Una estrella que no puedo alcanzar
Su risa es un eco que me hace temblar
Como lluvia que nunca deja de golpear
¿Y si mis palabras fueran viento?
¿Y si mi silencio fuera cierto?
Es amor a contraluz
Un secreto que carga mi cruz
Le miro y me pierdo en su luz
Pero él nunca ve mi corazón
Mi voz
Camina sin saber que estoy
En cada esquina donde dejo mi hoy
Sus ojos me cortan como el sol
Y yo
Un barco sin timón
¿Y si mi alma gritara su nombre?
¿Y si su mundo no fuera tan enorme?
Es amor a contraluz
Un secreto que carga mi cruz
Le miro y me pierdo en su luz
Pero él nunca ve mi corazón
Mi voz

Arranco tus besos de mi memoria,
frágiles pétalos de un jardín quemado,
y los coloco sobre la almohada
como reliquias en un altar.
Me abrazo a su sombra,
fingiendo que tu calor
aún puede derretir
esta escarcha de soledad.
Que la noche me ahogue
en su vino oscuro.
Déjame navegar
hacia ese puerto perdido
donde nuestros cuerpos
eran dos ríos
compartiendo cauce.
Allí, en ese sueño sin minutos:
tus labios siguen siendo míos,
tus latidos llevan mi nombre,
y el tiempo, ese mentiroso,
no existe.
Pero siempre llega el alba
como una cruel cirujana,
a cortar los hilos del sueño.
La luz entra como un ladrón
robándome tu fantasma,
recordándome que mi vida
es una casa sin muebles
donde hasta el sol
se refleja en el polvo.
Y así será hasta que aprenda:
no hay abrazo que dure más
que la ausencia,
no hay noche bastante larga
para olvidar el día.
Pero seguiré coleccionando.

Cuando me enamoro de ti
dejo de ser en parte yo para ser tú.
Me desdibujo en tu espejo,
me pierdo en tu nombre,
y lo que era mío… ahora es nuestro.
Cuando me enamoro de ti
tu risa es mi alegría,
tu llanto, mi pena,
y tu dolor, mi martirio.
Llevo tus cicatrices
como versos grabados en la piel.
Cuando me enamoro de ti
tu tiempo se apodera de mi reloj,
y los latidos de tu corazón
son mis segundos,
el compás que ordena mis días.
Cuando me enamoro de ti
tu aliento sobre mi cara
—mientras duermes—
es el aire que da vida a mi sangre,
el susurro que me salva
de la oscuridad.
Cuando me enamoro de ti
si lloras, tus ojos
son el manantial donde bebo
para saciar mi sed.
Prefiero ahogarme en ellos
que vivir sin tu sabor.
Cuando me enamoro de ti
ya no soy yo.
Te apoderas de mí:
de mi cuerpo,
de mi alma,
de mi corazón.
Me conquistas sin armas,
y me rindo… sin batalla.
Y cuando me enamoro de ti
hasta el silencio sabe a tu nombre,
y el universo—pequeño y frágil—
cabe en el espacio que queda
entre tu piel y la mía.

Te está esperando...
una sobre tu piel desnuda
en las noches frías de invierno,
y un beso dulce al alba,
para ser tu despertar.
Te está esperando...
Un susurro en tu oído cada día,
para recordarte que eres mi poesía.
Una mirada, solo una,
para decirte que eres mi luz.
Te está esperando...
Mi mano extendida, firme y fiel,
si tropiezas en el camino cruel.
El fuego de mis labios, lento y vivo,
para sanar tus heridas con su arrullo.
Te está esperando...
Mi risa, compañera de tus tardes grises,
y mi llanto, escudo contra tu tristeza.
Te está esperando...
Mi casa, mi almohada,
mis labios, mi alma entera.
Te está esperando…. Todo mi ser
 Mi risa, compañera de tus tardes grises,
y mi llanto, escudo contra tu tristeza
Te está esperando...
Mi casa, mi almohada,
mis labios, mi alma entera.
Te está esperando…. Todo mi ser...

Luna,
no le digas que te hablo de él,
que cada noche me asomo a tu luz
y veo reflejado su rostro
en tu pálido espejo.
No le cuentes
que mis dedos trazan su nombre
sobre el cristal empañado de la ventana,
que comparo su sonrisa
con tu resplandor plateado,
y que me duele lo mismo
mirarte a ti que recordarlo a él.
Las estrellas que te rodean
son mis besos perdidos,
cartas sin enviar
flotando en el firmamento.
Cada una, un instante robado,
un "te quiero" que nunca llegó
a sus oídos.
Luna,
no le digas que le amo,
no le digas que muero,
y renazco,
pensando en él.
Guarda mi secreto
como guardas los sueños
de los demás locos que, como yo,
te confiesan sus penas.
Quédate callada.
Brilla, pero no hables.
Ilumina su camino si acaso te lo cruzas,
pero no le digas nada...
sobre todo,
no le digas
que esta noche,
como todas,
es a él a quien le envío tu luz.

Quiero...
que tus ojos me desvistan,
que tu aliento me susurre secretos
en código morse sobre mi nuca.
Quiero ser borracho de tu aroma,
perder el norte en tu geografía,
naufragar en los pozos de tus clavículas
sin pedir auxilio.
Quiero...
leer en braille tu piel,
memorizar cada lunar como constelación,
beberme el tiempo
que se acumula en tu ombligo.
Quiero que tu boca sea mi idioma materno,
que cada beso sea una sílaba
de ese poema que solo sabemos
escribir con los dientes.
Quiero...
callar tan fuerte
que el eco de nuestro mutismo
reviente los cristales.
Que las paredes aprendan
lo que es intimidad
al vernos conversar
con las pupilas.
Quiero...
ser tuyo
como el mar es de la luna:
con mareas altas en las venas,
con sal en las cicatrices.
Quiero que me reclames
como territorio conquistado,
que plantes bandera
en mi columna vertebral.
¿Y tú?
¿Querrás ser mi mapa
cuando te ofrezco brújula?
¿Mis manos cuando te doy pulso?
¿Mi luna cuando soy marea?
Quiero...
que tus ojos me desvistan,
que tu aliento me susurre secretos
en código morse sobre mi nuca.
Quiero ser borracho de tu aroma,
perder el norte en tu geografía,
naufragar en los pozos de tus clavículas
sin pedir auxilio.
Quiero...
leer en braille tu piel,
memorizar cada lunar como constelación,
beberme el tiempo
que se acumula en tu ombligo.
Quiero que tu boca sea mi idioma materno,
que cada beso sea una sílaba
de ese poema que solo sabemos
escribir con los dientes.
con los dientes

Cuando el amor te deja,
un inmenso dolor embarga tu ser.
No es el vacío lo que mata,
sino todo lo que sobra:
sus huellas en tu almohada,
Cuando el amor te deja,
el eco de su voz en tus paredes,
y ese trozo de cielo
que se llevó al irse.

Cuando amas con todas tus fuerzas
y aún así renuncias a él,
el dolor no se mide en lágrimas,
sino en segundos ahogados,
en promesas que se clavan
como espinas en la garganta.

Cuando el amor te deja.
Es insufrible el dolor que se siente.
Es peor dejar amando
que ser dejado por falta de amor.
Porque el amor no se acaba,
solo se convierte en fuego lento,
en brasas que no consumen,
solo queman despacio.

Cuando el amor te deja.
Es peor seguir queriendo
en silencio y en la distancia,
porque no puedes apartar
tu mente de él:
ni un día, ni una noche,
ni un maldito momento.
Hasta el aire traiciona,
llevando su perfume
cuando ya no debe.

Cuando el amor te deja.
Es peor la soledad del alma
cuando el corazón está lleno de amor.
Es como morir de sed.

Cuando el amor te deja
con el mar frente a ti,
sabiendo que el agua salada
no calmará tu agonía.
Es peor…

Un día, no hoy,
la almohada amanecerá seca,
y mis ojos creerán en la luz
antes que en tu fantasma.
Un día, no hoy,
el reloj será compañía,
no un cómplice del tiempo perdido.
Me levantaré sin negociar
con la tristeza entre las sábanas.
Un día, no hoy,
tu camiseta olvidada
dejará de ser mi piel segunda.
Su olor a ausencia
Tu camiseta olvidada
dejará de ser mi piel segunda.
Su olor a ausencia
se volverá solo tela,
y mis manos aprenderán
a guardarla en una caja
no en mi cama.
Un día, no hoy,
juro que habrá proyectos nuevos
que no lleven tu inicial escondida.
Ilusiones que no sean
hijas del “qué hubiera sido".
Sueños que no necesiten
pasar por tu calle
para florecer.
Ese día llegará:
sentiré que no siento,
diré tu nombre
sin que arda mi lengua,
miraré tu foto
como se mira un cuadro
cuyo autor ya no reconozco.
Pero hoy, en este instante,
prefiero mi dolor honesto
a esa paz mentirosa
que prometen los calendarios.
Y Mientras tanto...
Miro el vacío de mi cama,
espejo de mi pecho
y le hago espacio a la verdad.

Sobreviví.
Aunque al principio no quería,
aunque las noches eran agujeros
y los días, cuchillos sin filo
que solo cortaban el aire
donde tu risa solía estar.
Sobreviví
cuando mi boca seguía
formando tu nombre
antes que el "buenos días",
cuando mi piel olía a ti
y mis ojos se negaban
a reflejar otro cielo
que no fuera el de tu mirada.
Sobreviví.
Descubrí que el corazón,
ese que di por perdido,
latía aún bajo las costillas,
no por ti,
sino a pesar de ti.
Sobreviví
Cuando la sangre seguía su camino
aunque me arrancaras
todas las venas
Aprendí que el amor
no es un hueso roto,
sino un músculo:
que duele al sanar,
pero al final
te hace más fuerte.
Sobreviví.
Y hoy respiro
sin buscar tu aliento en el viento,
camino sin esperar
tu sombra en cada esquina,
y mis ojos—esos que creías
muertos en tu ausencia—
vuelven a ver colores
más tenues, tal vez,
pero verdaderos.
Y si alguna noche
el recuerdo vuelve,
como un ladrón sigiloso,
le mostraré las cicatrices
y le diré:
"Mira cómo me crecí
donde tú solo me dejaste
huecos"
como cicatrices que al sanar
se convierten en raíces secas
sin vida...
pero yo....
Sobreviví.
Sobreviví

Espejos Quebrados

Quiero quebrar tu llanto con mis manos,
deshacer cada sombra que te abraza,
romper tus dudas como cristal frágil,
y en mil pedazos esparcir tu herida.
Uno de los dos espejos que guardas,
el que devuelve el rostro del reproche,
quisiera hacer trizas con mi silencio,
aunque me cueste el eco de tu nombre.
No volveré a sentir tu aliento ardiente,
ni tu vida saborear en mis labios,
pero en la ausencia, cuando todo calme,
quizá mi llanto limpie tu memoria.
Entonces, amor, nacerán mis dudas,
y en este pecho, roto y sin consuelo,
se alzarán voces que preguntan: ¿Acaso
era necesario romperlo todo?
Quiero quebrar tu llanto, no tu esencia,
romper tus dudas, no tu luz sagrada.
Pero si el precio es perder tu mirada,
dejo intactos los espejos del alma.

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